La ermita de San Juan
La ermita de San Juan, situada en el barrio de Ris, se encuentra centrada en una amplia finca cerrada por un muro de mampostería.
Se trata de una edificación de planta rectangular, formada por dos cuerpos, uno cuadrado, de mayor altura, y otro más bajo y rectangular. La fábrica es de mampostería con refuerzo de sillería en los esquinales y el acceso.
Sus principales elementos arquitectónicos son el hueco de acceso y la espadaña que aloja la campaña, rematada por una cruz y dos pináculos. La fecha de su construcción, por el dibujo que forman sus dovelas, en arco apuntado, es bajo-medieval, al igual que de ese tiempo es el Puente Romano.
Ermita de San Nicolás
Cerca de la playa de Trengandín, en el barrio de Helgueras, se encuentran las ruinas de la ermita de San Nicolás, donde todavía se conserva parte de su cúpula construida por aproximación de hiladas, - ladrillos escalonados que van cerrando hacia el techo-, y una característica ventana ginezada -dividida en su mitad por una columna-.
Ermita de “San Pedruco”
Coronando la Isla de “San Pedruco”, fácilmente visible desde la costa, aún se conservan los restos de una antiquísima ermita, muy querida por los nojeñós, rodeada del huerto que usaban los frailes.
Antiguamente, la imagen del patrono de la Iglesia, San Pedro ad Víncula, presidía la ermita de “San Pedruco”. Eran tiempos de romerías en barco a la isla para trasladar el santo hasta la iglesia de Noja, con procesiones de rogativas, tanto para pedir lluvia en época de sequía, como para rogar su cese cuando arruinaba las cosechas.
Aquellas romerías dejaron de celebrarse, dicen los lugareños que tuvieron la suerte de contarlo, el día que vieron levantarse de repente unas olas tan inmensas que rompieron y volcaron los barcos que trasladaban a los romeros, produciendo tal catástrofe que desde entonces nunca volvió a celebrarse.
La ermita de San Pedruco tiene difícil acceso dentro de la isla, al estar rodeada de centenarias y enmarañadas higueras, que impiden avanzar si no es a golpe de machete, por túneles de arbustos.
Los gruesos muros de la ermita, cuya techumbre central es abovedada, se conservan en perfecto estado. Podemos destacar, en su rústica arquitectura, una ventana especialmente bonita y bien proporcionada, un banco corrido de piedra en los laterales del altar, una bóveda de medio cañón, exterior e interior, en muy buena conservación, y una cúpula central de cuatro gajos.