Desde enclaves de atractivo casi mágico como las marismas de Victoria y Joyel, humedal de referencia en el norte de España para el avistamiento de aves, hasta las interminables playas de Trengandín y de Ris, que suman más de seis kilómetros de arenales dorados, Noja ofrece un verdadero paraíso a los amantes de la naturaleza.
Su recortada costa con acantilados, playas e islas de mágicos atardeceres, la riqueza ornitológica y paisajística de sus marismas, o el monte Mijedo, que nace casi a pie de mar, configuran un entorno de espacios protegidos -el 75% del total del municipio- que han convertido a la villa de Noja en uno de los máximos exponentes del potencial turístico del norte de España.